Sí, lo reconozco, en mi día a día utilizo bastante las nuevas tecnologías: ordenador, tablet, smartphone... en lo profesional, sin un ordenador apenas podría hacer nada. Y en el ámbito personal, creo que toda la tecnología que nos rodea, facilita muchas tareas, e incluso, para los momentos de ocio se les puede sacar a estos aparatos mucho partido. Internet ha sido una maravillosa creación; bajo mi punto de vista en cierto modo, democratiza el conocimiento.... en definitiva, estoy al tanto y me gusta usar la teconología, pero, pero, pero... a veces noto cierta sensación de vértigo, y siento el agobio que produce el mirar no sé cuantas veces al día la pantalla del teléfono, por si hay correos nuevos, las actualizaciones que no paran en la red social de turno, el whatsapp en funcionamiento... y eso pese a que en relación a la mayoría de propietarios de estas creaciones de nuestro tiempo y según lo que percibo, no dependo en exceso de esta vorágine. Pero aún con eso, me pregunto ¿es todo esto realmente necesario?
Recuerdo hace tiempo, un fin de semana que salía fuera, y el viernes tarde rodando por la autovía de repente me dí cuenta de que me había olvidado el teléfono. Estaba ya lo suficientemente lejos de casa como para dar la vuelta, aunque lo sopesé, eso es lo triste, y a punto estuve de volver a por el smartphone, ¿cómo iba a pasar el finde semana 'incomunicada' de todo lo que estaba pasando ahí fuera, en la red? era inadmisible. Finalmente no volví, y es algo penoso admitirlo, pero las primeras horas tenía un mono total, como si estuviera aislada del mundo... lo mejor es que al día siguiente ya se me había pasado la neura, no ocurría nada por no enterarme de nada, e incluso, estaba cómoda y relajada sin esa absurda dependencia, el mundo seguía funcionando, y no había sucedido ninguna catástrofe. Y también me sentí más conectada con mi ser interior. Se fue la absurda necesidad de tener todo bajo control. Pensadlo, es como que de repente desaparece todo el ruido y el caos que hay fuera, y te empiezas a oír. Es una tontería, pero la sensación es que con esto del progreso, creo que nos vamos idiotizando y no nos damos ni cuenta. Que nos olvidamos de lo esencial, de las cosas que verdaderamente importan.
Desde aquel fin de semana, de vez en cuando, conscientemente, me aparto de la tecnología, por unas horas o días, y me doy tiempo: para reflexionar, para abandonarme a la lectura, para disfrutar de paisajes, de la buena compañía, escuchar música, sin agobios, sin prisas... y es fantástico.
Por eso mismo, algo que no me gusta nada de estos tiempos tecnológicos, es que estamos perdiendo la costumbre de mirarnos a los ojos, tan centrados y concentrados como estamos en nuestras flamantes pantallas. Da rabia. A mí lo que me gusta si te tengo al lado, es mirarte a los ojos, y me hables y me digas quién eres, y al tiempo, yo también sepa quién soy a través de ellos...