«Todo en orden» dijo. Y era cierto.
Ella tejía nubes refugiada en su guarida. Siempre clandestina.
Él disfrutaba del mundo de puertas para afuera. Nunca con ella.
Esa sería la constante.
Él disfrutaba del mundo de puertas para afuera. Nunca con ella.
Esa sería la constante.
Así que ella se fue volviendo nadie mientras él continuó siendo todo.
Y todo estaba en orden.
Mayca Nasan